Lecturas: "¿Quién mató a Cristián Kustermann?" de Roberto Ampuero

Cayetano Brulé nació en Cuba, vive en Chile, y se graduó como detective privado gracias a un curso por correspondencia desde Miami. Es un tipo bajito, regordete y semi calvo que usa bigote y gafas. Tiene pasaporte norteamericano, un despacho en el centro de Valparaíso, y algunos pintorescos aliados entre los que destaca Bernardo Suzuki, hijo de una chilena y un japonés, que lo mismo hace de proxeneta que de recadero.

Y si estamos hablando de Cayetano Brulé es porque se trata del protagonista de una de las novelas chilenas más populares de la primera mitad de los noventas (fue publicada en 1993 por Editorial Planeta): ¿Quién mató a Cristián Kustermann? del escritor y diplomático chileno Roberto Ampuero.

¿Quién mató a Cristián Kustermann? es la primera de las, hasta el momento, ocho novelas protagonizadas por Cayetano Brulé, y como su nombre lo indica, el tema es la investigación de un asesinato.

Cristián Kustermann, hijo de un importante empresario chileno de origen alemán, es asesinado en su restaurante durante un asalto (según la policía chilena). El padre, convencido de que tras el asesinato de su hijo se oculta algo más grande, y quizá de índole política, encarga la investigación a Brulé.

Así, y desde la primera página, acompañamos al detective cubano por una aventura que lo llevará por las calles de Bonn y de La Habana, donde se sumergirá brevemente en los agitados ambientes de las guerrillas que sobrevivieron a los regímenes de Pinochet y Castro. La lectura es bastante ágil (se lee en una tarde), y buena parte de esa «agilidad» se debe a la manera en que avanza la novela: de una escena a otra, evitando complicaciones argumentales y el desarrollo de personajes. La mayoría de los capítulos nos muestran a un Cayetano Brulé que va, sin transiciones ni problemas, de entrevista en entrevista, bebiendo, comiendo y fumando como si no hubiera mañana. Imposible no ver a Brulé como un alter ego de Roberto Ampuero: un hombre chapado a la antigua, aunque de mirada crítica, que ha vivido en diferentes ciudades y que se gana la vida como diplomático, es decir: entablando relaciones mientras desayuna, come y cena.