Literatura

Lecturas: El reto de fin de año

Para finalizar 2021, me propuse un reto: leer completos 3 libros: Aegypto (John Crowley); Campo de cebollas (Joseph Wambaugh); y La saga de Hastur (VVAA). Es decir más de 1,000 páginas en 13 días. Lo cual suena muy razonable si se considera que en promedio serían 77 páginas diarias. Pero fracasé. Y desde el principio. El libro con el cual iniciaría fue Aegypto, de John Crowley, y al que desde hace años tengo en la mira. Crowley es un escritor elegante, uno de los maestros de la literatura fantástica contemporánea, y aunque la lectura de las primeras páginas fue muy prometedora me desanimó saber que sus 450 páginas son tan sólo la primera parte de una tetralogía que, presumen algunos, es importante leer completa para entender la propuesta de Crowley. Los otros tres libros del ciclo son: Love & sleep, Daemonomania, y Endless things (este última sin edición en español por el momento), y la verdad es que la idea de estar obligado a leer otros tres ladrillos para «apreciar en su totalidad» una obra… no me entusiasmó en lo absoluto. Así que dejé a John Crowley para otro día, y en su lugar tomé Los viernes en Enricos’s de Don Carpenter*, publicada por Sexto piso, y creo que no pude haber hecho una mejor elección.

Los viernes en Enrico’s es una novela que Don Carpenter dejó inconclusa en algún cajón del apartamento que habitó hasta el día de su suicidio, que fue recuperada por los herederos, quienes la ofrecieron a Jonatham Lethem, quien a su vez la completó y publicó. Mala publicidad si consideramos que Don Carpenter era hasta hace poco prácticamente desconocido para el lector en español. Sin embargo basta leer las primeras páginas para entender que las preocupaciones están de más y que se tiene entre manos un libro importante y bello. Los viernes en Enrico’s cuenta las historias de un pequeño grupo de escritores y aspirantes a escritores, en un país, Estados Unidos, que en una guerra mundial hasta entrada la década de los sesenta. En una nota al final del libro, Jonathan Lethem afirma que fue muy poco lo que modificó (nada que otro editor no hubiera hecho) y que de las 388 páginas del volumen sus añadidos no llenan más de 8 páginas. Sin ser experto en la escritura de Don Carpenter ya tengo mis sospechas sobre lo que Lethem agregó, pero me las guardaré por ser infundadas. Lo cierto es que Los viernes en Enrico’s es una novela de aparente sencillez, en la que la prosa clara y sin complicaciones de Don Carpenter recrea un mundo complejo y cercano. Un mundo habitado por personajes cuyas motivaciones y miedos les «da vida». No se trata de un retrato de cierta escena literaria o generación de escritores. No es una crónica, ni tampoco una sátira. En todo caso es un retrato sincero y cálido de un grupo de personas que, fascinadas por el canto de las sirenas, decidieron dedicar su vida a la escritura. Hay un par de detalles que me recordaron que estaba leyendo una obra que su autor dejó inconclusa: la inexplicable desaparición a media novela de Dick Dubonet, y la súbita aparición de Kenny Goss al final de la misma. Si bien una novela se puede permitir el hacer desfilar a varios personajes, incluso si aportan poco al libro, en este caso me parecen cabos sueltos que Don Carpenter no tuvo tiempo de corregir y que si bien parecen no afectar el efecto total del libro no dejan de hacer pensar cuál hubiera sido el resultado si Carpenter hubiese llegado a concluirlo.

Don Carpenter
Don Carpenter

En paralelo a la lectura de Los viernes en Enricos’s, leí La saga de Hastur, antología de relatos publicada por La factoría de ideas y mal anunciada como: «relatos inspirados por los mundos de HP Lovecraft». Es un hecho que todo lo que lleve el apellido Lovecraft vende, pero también es cierto que esta antología reúne una serie de relatos que permite ilustrar una tradición de la cual Howard Phillips Lovecraft es sólo un destacado integrante y alumno. Una tradición de libros (ficticios) malditos e innombrables, capaces de volver locos a sus lectores, inaugurada por los relatos de Robert W. Chambers en su libro El rey de amarillo. El plato fuerte de la antología son los relatos de Ambrose Bierce, del ya mencionado Chambers, y del gran Arthur Machen, sin demeritar los textos de August Derleth, James Blish, Ramsay Campbell y, por supuesto, del mismísimo Lovecraft. Completan esta antología, todo hay que decirlo, un puñado de autores norteamericanos de segunda y tercera división cuyos textos infumables («homenajes» a Lovecraft y a W. Chambers, páginas y páginas de palabrería para «crear atmósfera», historias sin vida ni gracia…) me recordaron por qué a tanto lector serio le cuesta trabajo acercarse a la literatura de terror. Salvo este último punto, y a la horrible portada que eligió La factoría de ideas, La saga de Hastur es una estupenda colección de relatos que definitivamente vale la pena. Los fans de la primera temporada de True detective, en especial quienes descubrieron a Thomas Ligotti, y que sintieron curiosidad por la mitología del Rey de amarillo, tendrán esta antología en muy alta estima.

la saga de hastur

Y así, entre la lectura de cuentos de terror y la novela de Carpenter, se me fueron los últimos 13 días del 2021. No alcancé a leer ni una página de Campo de cebollas, de Joseph Wambaugh, que tengo en la mira desde que leí Los nuevos centuriones, pero si soy sincero no será mi primera lectura del 2022. Ese lugar le corresponde a El maestro de Go**, de Yasunari Kawabata, que ya comencé a leer y del que escribiré en otro momento.

*No confundir con John Carpenter, gran maestro del cine de terror serie b

**La culpa de esto la tiene el juego de go que le regalé a mi hijo y del que queremos saber más.

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